lunes, 20 de septiembre de 2010

Libertad a cualquier precio

Hace unos dos años vi por primera vez este video, y el nudo en la garganta tardó en desatarse.
Si bien lo intenté, lamentablemente nunca pude encontrar el nombre de este increíble artista que con su marioneta se las arregla para generar todo tipo de sensaciones en uno, mientras se lo ve dar vida (y muerte) a su marioneta.
Espero que lo disfruten.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Una canción...

...para ir cerrando los ojos.

La versión parece ser de un grupo que se hace llamar "Mistela" (no pude encontrar más información).

"Me voy quedando" - Gustavo Leguizamón

jueves, 9 de septiembre de 2010

Lance Burton finalmente desligado del "Monte Carlo Hotel"


Finalmente, Lance Burton, después de catorce años de contrato con el "Monte Carlo Las Vegas Resort & Casino", se desligó de dicha empresa, y por consiguiente de su teatro ("Lance Burton Theatre") y show que tenía en Estados Unidos.
Espero, ahora que ya no tiene que cumplir con sus shows diarios, se lo vea más seguido por los congresos de magia, y quien dice que no ande por Argentina en algún momento.


No puedo dejar este video afuera, "El pañuelo bailarín".


Lance Burton saludando, junto a su esposa, luego del show final.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Literatura/Magia

Señores lectores, escapo a la promesa que hice en el post anterior, rehuyendo a la realización de la crónica. Mis disculpas a ustedes por tal falta.
En su lugar les propongo la lectura de un cuento, que me ha dejado bastante pensativo. Espero sepan disfrutar de este excelente ejemplar del Realismo Mágico.

¿No es sugerente el relato? Creo que en demasía.

Nota: al final del texto adjunto la referencia completa del cuento.

Mariposas

Ya vas a ver qué lindo vestido tiene hoy la mía, le dice Calderón a Gorriti, le queda tan bien con esos ojos almendrados, por el color, viste; y esos piecitos... Están junto al resto de los padres, esperan ansiosos la salida de sus hijos. Calderón habla pero Gorriti solo mira las puertas todavía cerradas. Vas a ver, dice Calderón, quedate acá, hay que quedarse cerca porque ya salen. ¿Y el tuyo cómo va? El otro hace un gesto de dolor y se señala los dientes. No me digas, dice Calderón. ¿Y le hiciste el cuento de los ratones...? Ah, no; con la mía no se puede, es demasiado inteligente. Gorriti mira el reloj. En cualquier momento se abren las puertas y los chicos salen disparados, riendo a gritos en un tumulto de colores, a veces manchados de témpera, o de chocolate. Pero por alguna razón, el timbre se retrasa. Los padres esperan. Una mariposa se posa en el brazo de Calderón, que se apura a atraparla. La mariposa lucha por escapar, pero él une las alas y la sostiene de las puntas. Aprieta fuerte para que no se le escape. Vas a ver cuando la vea, le dice a Gorriti sacudiéndola, le va a encantar. Pero aprieta tanto que empieza a sentir que las puntas se empastan. Entonces la sostiene con una mano, desliza los dedos hacia abajo y comprueba que la ha marcado. La mariposa intenta soltarse, se sacude y una de las alas se abre al medio como un papel. Calderón lo lamenta, intenta inmovilizarla para ver bien los daños, pero termina por quedarse con parte del ala pegada a uno de los dedos. Gorriti lo mira con asco y niega, le hace un gesto para que la tire. Calderón la suelta. La mariposa cae al piso. Se mueve con torpeza, intenta volar pero ya no puede. Al fin se queda quieta, sacude cada tanto una de sus alas, pero ya no intenta nada más. Gorriti le dice que termine con eso de una vez y él, por el propio bien de la mariposa por supuesto, la pisa con firmeza. No alcanza a apartar el pie cuando advierte que algo extraño sucede. Mira hacia las puertas y entonces, como si un viento repentino hubiese violado las cerraduras, las puertas se abren, y cientos de mariposas de todos los colores y tamaños se abalanzan sobre los padres que esperan. Piensa si irán a atacarlo, tal vez piensa que va a morir. Los otros padres no parecen asustarse; las mariposas sólo revolotean entre ellos. Una última cruza rezagada y se une al resto. Calderón se queda mirando las puertas abiertas, y tras los vidrios del hall central, las salas silenciosas. Algunos padres todavía se amontonan frente a las puertas y gritan los nombres de sus hijos. Entonces las mariposas, todas ellas en pocos segundos, se alejan volando en distintas direcciones. Los padres intentan atraparlas. Calderón, en cambio, permanece inmóvil. No se anima a apartar el pie de la que ha matado, teme, quizá, reconocer en sus alas muertas, los colores de la suya.


El fragmento, es uno de los capítulos del libro "Pájaros en la boca", que la autora argentina Samanta Schweblin publicó en Mayo del corriente 2010.